La producción es también Bienestar Animal
Cuando se abordan conceptos como producción y bienestar animal, muchas personas pueden pensar que se trata de dimensiones que están muy alejadas una de la otra. Sin embargo, forman parte de un mismo escenario en el que el respeto a la dignidad con que una especie a las otras es fundamental para mantener un equilibrio que va más allá de cifras de crecimiento o expansión comercial o productividad.
Fácilmente podríamos quedarnos en la enumeración cifras tales como que en el Ecuador la producción ganadera genera 800 millones de dólares anuales y es el sostén de 100.000 familias; o que el sector camaronero rinde anualmente una cifra superior a los 6.000 millones de dólares; o que la producción láctea ecuatoriana genera 1.400 millones de dólares anuales y es fuente de trabajo para 500.000 personas.
Sin embargo, estos números no serían posibles si el sector productivo no tuviera como uno de sus enfoques al bienestar animal que, a su vez, está atravesado por elementos como la regulación nacional e internacional, la educación y capacitación de operarios en plantas, certificaciones que garantizan un trato digno a los animales, y las iniciativas de investigación para mejorar cada vez más tanto las buenas prácticas productivas, como las de crianza y convivencia de los animales en instalaciones productivas.
A todo ello se suma, o debería sumarse, la colaboración estrecha entre distintos sectores involucrados como gobierno, industria, organizaciones no gubernamentales y academia, con el fin de promover de manera consensuada y técnica prácticas sostenibles y éticas en la producción agropecuaria.
El tener siempre presente el bienestar animal en el contexto de la producción ya no solo se trata de una cuestión ética o de mejor rendimiento en cuanto a beneficios económicos y de calidad en la producción. Es definitivo que los animales que se crían en condiciones de bienestar animal tienden a estar más sanos, lo que puede reducir los costos de atención veterinaria y mejorar la calidad de los productos finales, como la carne o los productos lácteos.
Más allá de la ética o la productividad, en los momentos actuales estamos ante una exigencia social que no puede pasar desapercibida ni para las empresas ni para los organismos gubernamentales y no gubernamentales: es necesario conciliar el trato digno a los animales con la producción proveniente de ellos. Y esto no se trata de eliminar la producción para resguardar el bienestar animal, sino todo lo contrario: que las dos coexistan armónicamente para el beneficio general de la nación.