Bienestar animal, una mirada integral

Cuando nos referimos a “Bienestar Animal” estamos hablando de la calidad de vida de estos seres y, dentro de ello, a que gocen de buena salud, que tengan condiciones físicas y psicológicas adecuadas, y que puede expresar sus comportamientos naturales.

Este concepto se deriva de las cinco libertades de la que debe gozar un animal: libertad de alimentación e hidratación; de ambiente apropiado; de buena salud; de bienestar emocional; de expresar su comportamiento natural o normal.

Y sin embargo, para llegar a establecer estas cinco libertades, necesariamente han debido intervenir dimensiones humanas como la política, la ciencia, la ética, la economía, la cultura e, incluso, la religión. De otro modo no habría sido posible que países enteros se hayan puesto de acuerdo en organismos como Naciones Unidas para lograr esas definiciones que se van consolidando como principios universales.

Esta es solo una demostración de que el Bienestar Animal es una cuestión multidimensional y no puede encasillarse únicamente en el ámbito de los derechos de las especies y de la naturaleza. Muchísimas variables y casos se entrecruzan en esta temática, y esa casuística tan diversa impide medir con la misma vara a los distintos animales que conviven con el ser humano.

A ello obedece también el lento establecimiento de una legislación que logre conciliar el bienestar animal y el bienestar de la sociedad humana. Sin ir más lejos, por ejemplo, la Unión Europea  aprobó en 1987 el Convenio Europeo de Protección de los Animales de Compañía, pero no fue sino hasta el 2017 que España ratificó ese documento que, entre otras cosas, prohibe amputar la cola a los perros por motivos estéticos.

Solo en este caso, estamos hablando de 30 años de espera hasta que un país acoja estos instrumentos jurídicos, y eso sin tomar en cuenta que este tipo de convenios son solo la base para iniciar la construcción de leyes locales que se tienen que aprobar de acuerdo a las diversas características de una nación, que pueden ir desde el cuidado al medio ambiente, la gestión de la fauna urbana, la soberanía alimentaria o las capacidades productivas, hasta temáticas más sutiles y profundas como la cultura, la convivencia interespecies y la gastronomía.

Vivimos una era en la que la interconexión y la interdependencia son innegables en todos los ámbitos existentes en el planeta. Y en ese sentido, lo que puede parecer contradictorio, guarda dentro de sí el gen inicial de lo complementario. Bienestar animal, sí. Bienestar humano, también.

Muchos afirman que, en la práctica, nadie es capaz de ofrecer bienestar a un animal, que es el propio animal el que se da a sí mismo esas libertades. Pero es innegable que es el ser humano quien crea las condiciones para que esos seres puedan adaptarse de la mejor manera posible a un medio ambiente en permanente cambio y con diferentes matices.

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