¿Por qué no mejor cambiar la pregunta?

El dilema mundial respecto de consumir carne o no, quizá no está adecuadamente planteado. No se trata únicamente de si nutrirse o no con este alimento, sino más bien de cuándo consumirlo y por qué razones. Entonces la respuesta es simple: consumirla, sí, pero cuando proviene de una producción responsable con el planeta y con el propio bienestar animal. De este modo se respeta la sustentabilidad, la salud, la ética y la libertad de elegir.

En el mundo anglosajón existe una frase respecto a esta discusión: ‘it’s not the cow, it’s the how’. Es decir, el problema no está en la vaca, sino en cómo se produce la carne. Existen evidencias científicas que corroboran que el no consumo carne puede producir un déficit de nutrientes en el organismo humano como el yodo, hierro, vitaminas D y B12, zinc y magnesio. Y sin embargo, ese tampoco es el problema, pues existen otros estudios que señalan, al contrario, las ventajas de prescindir de la carne en la dieta diaria.

El verdadero conflicto está en cuán capaz es la actividad productiva de incorporar en sus procesos valores como la sustentabilidad, el respeto al medio ambiente y a las fronteras agropecuarias, y, sobre todo, a la dignidad y al bienestar animal. Solo entonces podemos pasar a la siguiente interrogante: ¿debo o no debo consumir carne de alta calidad, proveniente de una producción limpia, que garantiza una mínima huella de carbono en su producción, y que ha respetado durante todas sus fases vitales la dignidad y el bienestar del animal que ahora sirve a mi nutrición?

Planteadas las cosas en este sentido, simplemente no caben visiones sectarias como la condena contra quienes producen y consumen carne, por ejemplo, o un absurdo sentido de superioridad de aquellos que creen estar defendiendo una causa a costa de coartar la libertad de elección del resto de personas. Es más, aquellos que mantienen posiciones extremistas ni siquiera saben a quién defienden.

Todo vacío causa que algo o alguien más llegue para llenarlo. En este momento, varias industrias del conocimiento asentadas en Silicon Valley y relacionadas con la ingeniería alimentaria están desarrollando alternativas protéicas elaboradas en laboratorio para suplir el consumo de carne natural. Está claro entonces cuáles son los intereses de quienes quieren llenar el vacío que provocaría la supresión de la carne en el menú nutricional de la gente, ¿verdad?

No se trata entonces de una disputa por derechos ni discusiones por ver quién se abandera mejor de la causa del bienestar animal. La discusión va más allá de nuestro plato de comida. Estamos ante una amenaza que plantea un nuevo dilema: ¿estoy dispuesto a consumir alimentos naturales o dejaré que las nuevas industrias me alimenten con productos sintéticos?

Solo tú tienes la respuesta.

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